Las fibras naturales se
clasifican en dos grandes grupos: vegetales y animales. Cada uno de esos grupos
tienen propiedades específicas que provocan diferentes resultados al someterlos
al proceso del teñido. Las fibras de origen animal son más fáciles de trabajar
porque las proteínas permiten que se asimilen mejor los colorantes.
El aprovechamiento de la lana
como materia prima para su vestimenta, resulta ser una contribución española
bien acogida por parte de los indígenas de Los Altos (Pérezgrovas, 1998). La
lana de las ovejas aún es hilada con malacate (se trata del huso para hilar que
está compuesto de una pequeña vara de madera provista de un volante pesado de
piedra, hueso o barro cocido) y el tejido lo realizan exclusivamente mujeres en
el tradicional telar de cintura, del
cual se coloca uno de los extremos en la cintura de la tejedora y el otro en
cualquier punto fijo, y consta de dos barras separadas por la longitud de la
urdimbre, como se puede ver en la figura de abajo (Mastache, 2005).